martes, 4 de mayo de 2010

Gordon Brown echa el resto con su mejor discurso

Xavier Barrachina
Ayer fue el día en que, por fin, apareció Gordon Brown en campaña. Ya casi ni se le esperaba cuando, de repente, ante un auditorio medio de 2.500 personas integrantes del movimiento social Citizens UK, sorprendió con el mejor discurso que se le ha oído hasta ahora. Ante un auditorio preocupado por las políticas sociales, Brown supo articular un discurso sólido pero, sobre todo, emocionante.

El candidato laborista fue directo y conciso en la explicación de las medidas sociales, especialmente cuando detalló sus planes para seguir incrementando el salario mínimo. Pero, además de la fe en sus ideas que siempre ha demostrado, ayer Brown también transmitió con su lenguaje corporal un compromiso y capacidad de lucha que no se había visto hasta ahora. Un ejercicio sorprendente tras tres semanas de campaña de tono grisáceo en las que sólo ha brillado, intermitentemente, durante los debates electorales y en las que también ha cometido el error de bulto del "bigotgate".

Desde que ayer por la mañana se divulgó la información sobre este discurso, las bases laboristas parecen haber recobrado parte del entusiasmo perdido por las malas expectativas que presentan las encuestas. A pesar de todo, los resultados van a ser tan ajustados que cualquier voto ganado a los indecisos puede decidir escaños decisivos en las demarcaciones con diferencias de votos mínimas. En ese sentido, si el discurso de ayer logra movilizar de nuevo al Partido Laborista servirá, como mínimo, para detener la sangría de votos y mantener aquellos escaños que están en peligro de caer del lado liberal-demócrata o conservador en zonas que habían sido tradicionalmente laboristas.

Y es que muy probablemente son precisamente estos escaños en disputa, lo llamados marginals, los que van a decidir el resultado de las elecciones. Brown necesitaba algún golpe de efecto después de que, por primera vez, este fin de semana han aparecido encuestas que apuntaban la posibilidad que Cameron logre la mayoría en el Parlamento, algo que el candidato Tory ha aprovechado para sacar pecho e investirse como próximo primer ministro. Lógicamente, los otros dos candidatos (Clegg especialmente) le han reprochado su actitud arrogante y le han recordado que sigue habiendo un importante número de indecisos y que el poder debe ganarlo en las urnas y no en las encuestas.

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